Elda Cantú, editora en The New York Times, publicó el 25 de marzo de 2022 un
artículo sobre “el arte de perder”, haciendo alusión al poema de Elizabeth Bishop:
«El arte de perder no cuesta tanto irlo aprendiendo (insisten las cosas hasta tal
punto en perderse, que el llanto por ellas dura poco). Y el espanto por perder algo
cada día, rosas que se deshojan, horas, llaves, cuanto pueda ocurrírsele a uno, no
es tanto».
Todos los días extraviamos o perdemos las llaves de la casa, del carro, los
anteojos, el vuelto de una compra, el cargador del celular, la agenda. Con un poco
de esfuerzo en la memoria, o una búsqueda por los lugares posibles, encontramos
lo perdido. Estas pérdidas nos entrenan para enfrentar aquellas pérdidas que nos
pueden causar algún problema o un posible desastre.
Es como los bebés, que deben aprender que sus papás no están siempre con
ellos. Los adolescentes que rompen un noviazgo que les era grato y placentero.
Los adultos que deben reponerse ante una pérdida definitiva. Perder el empleo, la
pareja por alguna razón que no se acepta, la vida de un familiar o una amistad
muy querida, la falta de movilidad como ocurrió en la pandemia, la necesidad de
adquirir insumos cuando no podíamos salir.
Algunas condiciones del retiro voluntario causaron efectos deplorables en chicos y
adultos, como el fastidio, aburrimiento, resentimiento, angustia, soledad, hastío,
depresión y hasta odio. Elda Cantú recomienda, en los casos de la pérdida de un
ser querido, el Manual de diagnóstico psiquiátrico de Estados Unidos, que acaba
de añadir “El trastorno de duelo prolongado”.
La decisión de añadir este trastorno, marca el fin de un largo debate en el campo
de la salud mental. Los investigadores y médicos deben considerar un duelo
intenso como objeto de tratamiento médico, que se pensó para describir a la
población que está incapacitada, porque se retrae y se aísla, sufriendo y
renegando más de un año después de la pérdida.
Esta decisión preocupa a algunos especialistas que piensan que vivir un duelo es
una parte natural de la experiencia humana que no debería considerarse como un
síndrome patológico. Se habla de un probable 5 por ciento de la población que no
puede desprenderse de sentimientos intensos de añoranza, de ansias por la
ausencia, por el calor y el apoyo que se ha perdido.
Desde la psicología, la psiquiatría y otras ciencias de la salud (dice la Dra. Cristina
Jenaro Río, en su libro “Duelo”, 2021), se considera que el duelo incluye vivencias
relacionadas con estados de ánimo como ansiedad, anhelo, soledad, percepción
cercana de la persona fallecida, sensación de que todavía está presente y es
posible sostener una comunicación. Este conjunto de reacciones de tipo físico,
psicológico, y social pueden oscilar de un sentimiento pasajero de tristeza a una
sensación de completo desgarro y desolación que, si dura mucho tiempo, es un
“duelo prolongado”.
El duelo manifiesta múltiples caras y las expresiones del mismo merecen ser
comprendidas y respetadas. El tiempo y el apoyo que se pueda tener de los
cercanos, ayudarán a sobrellevar el dolor para que el doliente ajuste su vida a la
ausencia física del ser amado. La relación de ayuda requiere actitudes de acogida
y diálogo, dice la doctora Jenaro. «Hay que ser prudentes para valorar y validar las
soluciones, creencias y perspectivas de la persona en duelo». Y es de gran ayuda
la gran capacidad de recuperación y de resiliencia humanas, incluso ante las
pérdidas más trágicas.
gnietoa@hotmail.com