Paralelos de la historia

Jesús Reyes Heroles fue un destacado jurista, historiador y eminente académico que incursionó exitosamente en la política mexicana. Nació en Tuxpam, Veracruz, y falleció poco antes de cumplir los 64 años. Inicia su militancia partidista en 1939, en el PRM que más tarde sería el PRI, del cual fue presidente de 1972 a 1975.
Una vez titulado por la UNAM en Derecho (1944) inicia su carrera en diversos puestos de elección y de gobierno muy largos de enumerar. Desde los años 60 y hasta su muerte fue un referente ideológico, para quien el Estado Mexicano debía quedar por encima de intereses, tintes políticos, partidismos, voluntades sexenales. Fue un político con ideas muy avanzadas para la época aciaga que le tocó vivir.
Participa en la reforma política de 1977 bajo el lema de que posición y oposición no son términos irreductibles e irreconciliables, sino complementarios. Con varios libros y artículos escritos, muere en 1985 siendo Secretario de Educación Pública. Es en esa primera parte de los años 80 que la presión norteamericana se deja sentir con fuerza sobre México por cuestiones de la democracia y el partido en el poder.
El modelo económico que después de la Segunda Guerra Mundial llamó tanto la atención en el extranjero, de pronto se desmoronó en la docena trágica. Ahora, con un sentido negativo, el tema presente era la represión, el autoritarismo y el partido único en el poder. En los Estados Unidos era ampliamente comentado por autores como Sol W. Sanders en “México: el caos en nuestra puerta”, Alan Riding en “Vecinos distantes” y muchos artículos de ellos mismos y de otros autores.
México es una frontera muy extensa con los vecinos del norte, por lo que consideraron la situación del país como un asunto de alta seguridad para ellos. La olla de presión tuvo que abrir la válvula y en 1986 se realiza la reforma llamada “renovación política nacional”. Se creó el Tribunal de lo Contencioso Electoral, se incrementó a 200 el número de diputaciones de representación proporcional para dar salida a las inquietudes de la oposición. Desde luego, se diseñó un mecanismo para que el partido mayoritario participara en el reparto y no perdiera su mayoría.
El Congreso que recibió a Salinas era muy diferente a los anteriores, pero al interior del poder, todo “estaba bajo control”. Años más tarde, en 1993, Salinas promueve la aprobación de reformas en materia electoral (parece que en este rubro nada nos acomoda), y se reformó históricamente el artículo 82 constitucional, que introducía la posibilidad de que un ciudadano mexicano por nacimiento pero hijo de padre o madre no mexicanos pudiera aspirar a la Presidencia de la República. Tal reforma entraría en vigor hasta el 31 de diciembre de 1999.
Un acuerdo de voluntades convertido en decreto y luego en Ley que hubiera favorecido a Reyes Heroles en su época, como muchas veces se comentó. Pero tal parece que fue hecha a la medida del entonces diputado federal por el tercer distrito de León y más tarde gobernador de Guanajuato, Vicente Fox Quezada, quien llegó a la presidencia con altas expectativas para la Nación y como un ejemplo para el mundo por la pacífica transición política. Aunque todo fue una vana ilusión.
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