Se ha emprendido el proceso de implementación de estrategias para reiniciar las clases en el aula. Como seguramente ya se dieron cuenta, es una decisión bastante polémica pero necesaria; con muchos riesgos, pero ineludible; saturada de controversias en donde lamentablemente imperan más los comentarios de hígado, las malas decisiones políticas y, sobre todo, una desinformación alarmante en muchos aspectos relacionados con este procedimiento dentro y fuera de él.
Después de que las autoridades se aseguren y se responsabilicen de que la región en que van a iniciar las clases presenciales se encuentra en Semáforo Verde (lo que no implica que la epidemia esté superada), las autoridades deben dar varios pasos para valorar las condiciones que existen y lo que se requiere prever para garantizar lo que establece la Ley General de Niños, Niñas y Adolescentes en el tercer párrafo de su artículo segundo: «Cuando se tome una decisión que afecte a niñas, niños o adolescentes, en lo individual o colectivo, se deberán evaluar y ponderar las posibles repercusiones a fin de salvaguardar su interés superior y sus garantías procesales.» Y que además, en el diseño y ejecución de las políticas públicas, se contemple la protección de sus derechos en donde son prioritarios la supervivencia y la salud (Arts. 17 y 18 de la misma Ley).
El Gobierno de México y de la entidad, de acuerdo con el Sector Salud y la Secretaría de Educación, necesitan implementar una serie de acciones de reapertura ordenada, gradual y cauta con la finalidad de continuar con el cuidado de la salud de los menores de Educación Básica, los maestros y trabajadores de las escuelas públicas y privadas y, como involucrados directos en todas las posible repercusiones, los padres y madres de familia quienes como parte de la sociedad civil participará en esta nueva etapa.
La vacunación de los docentes es apenas el principio de una larga cadena. Comenzaron ayer con problemas en las sedes, el traslado y la movilización de masas, que en sí rompen el protocolo sanitario. El ambiente escolar será esencial para el buen funcionamiento de las escuelas, el desarrollo individual de los educandos y la seguridad y confianza de los padres de familia. No solo en el trabajo del aula, sino en el cumplimiento y vigilancia de los factores de seguridad sanitaria de la comunidad escolar, dentro de la cual deberán comprometerse fuertemente los padres de familia para evitar los posibles focos de contagio.
Terminada la etapa de vacunación a los trabajadores de la educación, se estarán revisando las condiciones de infraestructura y sanidad de las instituciones educativas: suministro de agua y suficientes tomas, jabón y gel, cubrebocas de repuesto para los niños que lo pierdan, materiales suficientes para la limpieza, reactivación de los servicios de luz, teléfono e internet. Y esto es apenas el principio.
Determinar el papel de los niños en la transmisión del virus y establecer protocolos para alumnos y docentes con problemas de salud subyacentes (cáncer, diabetes, obesidad, hipertensión). Dictar medidas de prevención y control que permitan una valoración permanente de la situación, aun cuando se inicie con pocos alumnos.
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