•Necesario para lograr una sociedad justa y fraterna donde cada ciudadano alcance su realización plena: Arquidiócesis de Xalapa.
Irineo Pérez Melo.- La ola de violencia que inunda muchas regiones del país contamina el ambiente y genera más violencia en la sociedad mexicana y veracruzana, por lo que es urgente una purificación para lograr la paz y de servicio mutuo, planteo la Arquidiócesis de Xalapa.
En el comunicado dominical emitido por la oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, hace referencia al pasaje bíblico relacionado con la purificación del templo (Juan 2,13-25) realizada por Jesús debe ser vista a la luz de su resurrección, para descubrir que Cristo es el verdadero templo, el verdadero lugar de encuentro entre Dios y los hombres.
La libertad religiosa es la expresión personal de la vocación trascendente de cada ser humano, pues éste no puede ser reducido a la dimensión puramente material, se señala en el comunicado signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos.
“El hombre lo es todo o no es persona en el amplio sentido de la palabra. Por eso, la persona necesita abrirse a la ayuda divina, para poner en práctica la justicia y el bien común, hasta lograr una sociedad justa y fraterna donde cada ciudadano alcance su realización plena”, se añade en el documento.
Se informa también que la actuación de Jesús al purificar el templo de Jerusalén pone en guardia a todos frente a las posibles ambigüedades, deformaciones, alteraciones y manipulaciones de lo auténticamente divino y humano por parte de quienes no tienen una comprensión correcta de la persona.
“Encerrar al ser humano en una asfixiante búsqueda de ganancia económica y del placer desenfrenado reduce a la persona a un camino sin salida, que produce una instrumentalización del hombre”, se destaca.
Además, se menciona que el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio. Para que haya paz y justicia debe reconocerse que la persona es imagen y semejanza de Dios.
“Solamente la fuerza de la caridad puede purificar el corazón de los hombres tan llenos de violencia y conseguir que los espacios públicos sean un lugar de encuentro donde todos los ciudadanos puedan vivir la justicia, la paz y el servicio mutuo. El camino para el verdadero desarrollo radica en reconocer que el ser humano es sujeto de todos los derechos y obligaciones, pues refleja la grandeza del Dios verdadero”, se indica por último.