“El hombre nació libre y, sin embargo, vive en todas partes entre cadenas” Jean Jacques Rousseau
Joaquín Baranda, quien fuera Ministro de Justicia e Instrucción Pública de 1882 a 1901, realizó congresos con el objetivo de reunir a pedagogos, intelectuales y maestros con la finalidad de que se plantearan proyectos renovadores para la educación, que desembocaron en la Ley de Instrucción Obligatoria de 1888 y permitió fortalecer la difusión de las ideas positivistas.
Las ideas educativas durante el gobierno de Díaz estaban permeadas de un pensamiento de avanzada que le infundieron intelectuales como Gabino Barreda, Enrique C. Rébsamen, Carlos A. Carrillo y Justo Sierra, quienes desde el gobierno de Juárez planteaban varios proyectos a los que afortunadamente pudieron dar continuidad en el porfiriato.
México era, a finales del siglo XIX, un país eminentemente rural. Estudios de demografía histórica (Francisco Alba, SEGOB, 1993) señalan que en 1895 el 79.8 por ciento de la población vivía en asentamientos rurales (menos de 5 mil habitantes), 11 por ciento en localidades urbanas (5 mil a 20 mil habitantes) y 9.2 por ciento en ciudades (más de 20 mil habitantes). México tenía 15.2 millones de habitantes, el 58 por ciento tenía menos de 14 años y el 81.5 por ciento de la población adulta era analfabeta.
Esta situación empeoró durante la Revolución Mexicana, una época de caos, cuartelazos y sin sentidos que colocó a la población civil en la angustia por alcanzar la tranquilidad, el sosiego, la estabilidad, de entre las ruinas legales, políticas y sociales en que había caído la nación. Dice Luis González, en El liberalismo triunfante, que de 1867 a 1910 se derramó mucho menos sangre que en los periodos que van de 1810 a 1866 y posteriormente de 1911 a 1930.
En 1921 se funda la Secretaría de Educación Pública y en 1925 se crean las secundarias generales. Con la Constitución de 1917 inicia un nuevo capítulo que no se consolidaría hasta el arribo de Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la república. En 1934 se estableció por primera vez en el texto constitucional una política de estado al darle un carácter socialista a la educación y obligar a las escuelas particulares a seguir los programas oficiales.
En el mundo había una gran polémica por el socialismo, en pro y en contra. México recibía estas inquietudes de diferentes fuentes, lo que produjo gran confusión y una reforma utópica en nuestro régimen educativo (J. Sotelo Inclán, 1982). Al existir la ausencia de una doctrina educativa de la Revolución, “la educación socialista” fue el estribillo (Villalpando Nava, 2009).
Después de 1940 se trató de administrar la gran creación política de Cárdenas, pues parecía que ya no había mucho nuevo por hacer: corporativismo, el poder en manos del presidente, partido político oficial fuerte. Mediar diferencias entre los líderes, administrar el crecimiento económico propiciado por la posguerra, es lo que define a México entre 1940 y 1970 (Schettino, 2016). Nutrieron el pensamiento pedagógico Lauro Aguirre, Antonio Caso, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Rafael Ramírez, Torres Bodet y varios más.
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