La civilidad ciudadana

La civilidad de una sociedad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que deben regir las relaciones entre los miembros de una comunidad para conservar el respeto y la paz entre ellos. Puede definirse como el conjunto de valores, actitudes y conductas que permiten una convivencia armónica y cortés entre los miembros de una sociedad, y se basa en el respeto mutuo, la tolerancia, la responsabilidad, la cultura de la paz, el compromiso con el bien común y reconocer que la violencia no es un camino recomendable para dirimir los conflictos y las diferencias.

Ser un ciudadano cívico significa cumplir con las normas y las leyes, reconocer las diferencias entre las personas, respetar los derechos de los demás, ser tolerantes con los que no piensan como nosotros, expresar sus opiniones sin agresiones, ser amables con los demás, ser responsables y conscientes de que todos tenemos deberes y obligaciones, participar pacíficamente en la vida comunitaria, salir a votar acatando el orden.

La civilidad se considera una precondición para el desarrollo democrático, de igual manera que la consolidación del voto popular se considera el dispositivo básico para dotar de legitimidad a los gobernantes, dejando de lado los modelos totalitarios que escapan a las reglas de la democracia, al respeto de los derechos humanos, y al acatamiento de las leyes que emanan de la Constitución Política y demás leyes secundarias, igualmente importantes por ser el desglose de los preceptos constitucionales.

La civilidad nos permite una mayor cohesión social como Estado-nación, menos violencia y conflictos, mayor participación cívica, mejor calidad de vida. Esto es lo que necesitamos para enfrentar la polarización que se vive en el país que, aunque ya hubiese existido siempre, no había llegado a los niveles de ahora. El clima de violencia que se vive en la casa, en la calle, casi en cualquier lugar, nos hace olvidar los buenos modales y perder la sensibilidad ante los hechos de sangre.

Acostumbrarnos a una vida de violencia continua no es la forma preferible para obtener una mejor calidad de vida. De esto no hay duda. La civilidad ciudadana es una responsabilidad que todos compartimos. Por eso este dos de junio fue necesario que salieras a votar y expresaras libremente tus preferencias. El gobierno tendrá la obligación de respetar tu voto.

La libertad de conciencia, la libertad de sufragio, la libertad de asociación, la igualdad ante la ley son derechos fundamentales que se deben defender y cultivar, porque es lo que puede hacer grande a nuestro país. No nos comparemos con otros países, cada uno tiene su propia historia y sus propias motivaciones para luchar y ser más grande.

La identidad y el sentido de pertenencia a nuestras comunidades no se pueden perder. Ambos son las llamas que mantienen iluminado nuestro sentido cívico y patrio. El diálogo y la búsqueda del bien común son virtudes propias del ciudadano consciente que desea participar. Se tienen que empoderar las personas y las comunidades para expresar libremente sus necesidades, para que sean escuchadas y sean valoradas las posibilidades de atención.

La construcción de una ciudadanía activa y responsable implica conocer y defender los derechos humanos, civiles, sociales y políticos. El derecho al voto libre y razonado de los ciudadanos tiene una gran importancia para un proyecto de nación aceptado por una mayoría. El acatamiento al voto por parte del gobierno igualmente lo es. Cuando no haya duda sobre la obediencia al voto, a partir de ese día, México será verdaderamente una gran nación. El pueblo cumplió: el INE y el gobierno tienen la palabra.

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