En la trinchera del conocimiento

En el libro en comento de las últimas semanas aparece este fragmento
inquietante: «Podríamos afirmar que la libertad sólo es posible si se tienen
adquiridos los hábitos que permiten al individuo resistir a la tentación fisiológica de
la ignorancia y la esclavitud, que lo harán manipulable e indefenso, súbdito y no
ciudadano.» ¿Qué contestaríamos algunos? “Yo así soy feliz”, “No tengo traumas
para enfrentar este dilema”, “Para mí ni siquiera existe tal disyuntiva”. Mentira.
La disciplina de la libertad, como la llama Fernando Savater, llega a «convertirse
en un hábito, en una segunda naturaleza, en una rutina mecánica que ya no
requiere gran esfuerzo, que sale sola y que posibilita el conocimiento y el
pensamiento». Pero lo fácil es «dejarse ir, dejarse vencer por la pereza y la
cobardía». Para el autor libertad es la decisión de acceder al conocimiento, al
pensamiento, la ciencia, el arte. Y cobardía es rehuir el esfuerzo inicial, no
atreverse a tomar esa firme decisión.
Educarse, entonces, consiste en prepararse para ese esfuerzo, fomentándolo. La
lectura nunca será un hábito si no se ejercita. La reflexión no será un proceso
común si no se practica. El conocimiento no llegará si no se le busca, aceptando
que siempre estará infinitamente lejos, pero en su búsqueda habrá enormes
beneficios. Sócrates fue considerado el hombre más sabio del mundo porque “él
sólo sabía que no sabía nada”, a pesar de su grandiosa sabiduría.
La educación no consiste en obviar o reprimir los deseos de diversión y algarabía
de los adolescentes, sino en formarlos intelectualmente de modo que sean
«dueños de sus deseos y no sus siervos». Igual en los adultos. En algún momento
nuestra cultura nos perdió en el camino: no hubo facilidades de un estímulo
exterior y no supimos encontrar algún estímulo interior.
Kant sostuvo que «la felicidad de los Estados crece al mismo tiempo que la
desdicha de las gentes». Marx afirmó que cuanto más libre es el Estado menos
libre es el ciudadano. Trasladando esto a la educación, se diría que «cuanto más
“libre” (más democrática, etc.) es la educación [del hogar, social y escolar], menos
libre será el educando».
La evolución del derecho ha generado el surgimiento de principios de
interpretación aplicables a diversas fuentes formales. Tratándose de los niños y
niñas, es evidente –al menos hasta la adolescencia– que no poseen una

personalidad moral independiente y, por ende, carecerían de la propiedad
relevante para ser titulares de derechos y también para desarrollar
autónomamente planes de vida. La potencialidad de los menores estaría a debate
si la norma jurídica no fuese excluyente.
Atrás de un padre prepotente, déspota, agresivo, deshonesto, impertinente o
necio, puede haber un hijo que replique sus defectos. En los casos de los padres
ocupados en darle buenos ejemplos a los hijos pudiera ocurrir lo mismo, que se
repliquen los aciertos. En esa edad la imitación es poderosa, pero además en el
aprendizaje intervienen fenómenos de índole cognitivo que relacionan el
conocimiento con el cúmulo de información que el ser humano va recogiendo a
través de la observación y la experiencia sensitiva conforme va viviendo las
diversas etapas de la existencia.

gnietoa@hotmail.com