El acto de votar

En 2004, el Premio Nobel de literatura 1998, José Saramago, publica su “Ensayo sobre la lucidez”, refiriéndose a una ciudad sin nombre donde la mayoría de los ciudadanos deciden voluntariamente ejercer su derecho al voto de una manera inusual, al depositar en las urnas las papeletas completamente en blanco. El truculento gobierno teme una acción revolucionaria anárquica con la que sus adversarios pretenden evidenciar la democracia degenerada y corrupta del régimen. Las cloacas del poder se ponen en marcha para eliminar a los supuestos conspiradores.

Conforme la ceguera blanca se expande por el mundo, los protagonistas de la novela (que tiene relación con el “Ensayo sobre la ceguera”) se enfrentan a una serie de desafíos para sobrevivir y mantener su propia lucidez y cordura, en un mundo que ha perdido la razón. En el desarrollo de la novela se exploran temas sobre la libertad, la participación social, la responsabilidad personal, la solidaridad, la naturaleza del poder, la democracia, la fragilidad de la civilización y la capacidad del ser humano para actuar con moralidad en situaciones extremas.

Saramago utiliza la metáfora de “ceguera blanca” como aquella condición que afecta a la mayoría de la población por la ignorancia y falta de visión crítica. Esta situación les hace un conjunto de personas fácilmente manipulables y controlables, pues además no tienen acceso a una información veraz que podría hacerlos capaces de pensar por sí mismos. Es una novela distópica, en cuanto a la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas a causa de la alienación humana.

Imagínense que algo así sucediera en México. Seguramente la papeleta no sería depositada en blanco porque sería como un cheque en blanco al portador. Tal vez la cruzarían con la crayola, tacharían a todos los candidatos, la romperían antes de depositarla, o quien sabe que más se les pudiera ocurrir a través de esa picardía tan mexicana. Lástima que el ingenio increíble de la picardía casi siempre es inmovilizador, no convoca a la acción, sólo a la risa y a la burla como una válvula de escape.

El acto cívico de votar significa ejercer el derecho al voto (artículo 35 constitucional), como un derecho fundamental y una responsabilidad de todos los ciudadanos para participar en la democracia y elegir a los gobernantes, diputados y senadores. Según la LGIPE (1º de abril de 2024), el voto es libre y sin coacción alguna. El Capítulo Único del Libro Sexto establece el procedimiento para ejercer el voto de los mexicanos residentes en el extranjero. El sistema electoral mexicano se compone por el INE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía para la Atención de Delitos Electorales.

Sin nuestro voto, la democracia es una fantasía que les otorga el poder a otros, por la simple apatía de no participar para elegir a los gobernantes. También tenemos el derecho de exigir que se respete el resultado de una elección, con lo cual estaríamos hablando de una verdadera democracia. El voto es un acto privado que se ejerce en la soledad de la casilla. Ahí sólo tú y tu conciencia determinan las preferencias que habrás de cruzar en la boleta. No faltes a este acto de libertad, de determinación y decisión ciudadana. Elige a quienes tú consideres. Nada más.

El voto como acto cívico implica que, además de un derecho, es también una responsabilidad y una forma contundente de participar en la democracia. Cuando votamos, estamos tomando una decisión sobre el tipo de país que queremos y en el cual nos gustaría vivir. Hay que recabar información sobre los candidatos y las propuestas de gobierno que exponen, para elegir aquellas que creemos que representarán mejor nuestros intereses y ayudarán a crear un futuro mejor para todos.

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