La filogenia de los seres humanos es un conjunto multirramificado de líneas evolutivas cuyas comparaciones proporcionan pistas sobre nuestra historia dentro de la evolución de las especies. A menudo se representa como un “árbol familiar” que algunos científicos prefieren llamar “arbusto”, porque la ramificación suele ser muy extensa. (Rosenzweig, Leiman y Breedlove, “Psicología biológica. Una introducción a la Neurociencia conductual, cognitiva y clínica”, Ariel, Barcelona, 2001, p. 184).
Hasta hace unos 200 años existía la creencia generalizada de que cada especie había sido creada de forma independiente. Sin embargo, la idea darwiniana de la evolución es cada vez más aceptada. En 1865 Gregor Mendel sentó las bases de la genética, convirtiendo un fenómeno misterioso en un hecho experimental. Los geólogos del siglo XIX demostraron que la Tierra ha estado cambiando durante millones de años (ib., p.396).
El campo de la taxonomía dispone de nuevas técnicas para la clasificación de los seres vivos al descubrir en la década de los cuarenta que los ácidos nucleicos eran los instrumentos de la herencia genética. Crick y Watson anunciaron en 1953 la estructura de doble hélice de la molécula del ADN y recibieron el premio Nobel de fisiología y medicina en 1962. (ib., p. 189)
Si el fenómeno de la vida tuviera un manual de instrucciones, sería el ADN. La información genética que contiene es valiosa para cada persona. El 14 de abril de 2003, el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NHGRI), el Departamento de Energía (DOE) y los socios del Consorcio Internacional para la Secuenciación del Genoma Humano, anunciaron la terminación exitosa del Proyecto Genoma Humano. (http://www.ornl.gov/hgmis)
Llamamos “genoma” al conjunto de todo el ADN de la célula de una especie y los genes que ésta contiene. La secuencia de nucleótidos que especifican las instrucciones genéticas para el desarrollo y funcionamiento de un organismo, es el conjunto del material hereditario transmitido de generación en generación, de padres a hijos. Por tanto, el genoma de un organismo es el depositario de la información que permite que cada organismo se desarrolle y responda a las exigencias impuestas por el medio. (ornl.gov, Ib.).
Pero, además, el genoma es depositario de los cambios que, a lo largo de la historia de la especie correspondiente y de todas sus antecesoras, han permitido su supervivencia hasta nuestros días. En consecuencia, en el genoma se almacena información de dos tipos: una de inmediata utilidad para el organismo y otra que sirve como registro histórico de éste y de sus ancestros. Ambos tipos de información son explotados por la biología actual, tanto en su vertiente funcional como en la histórica o evolutiva.
Igual ocurre con la ingeniería genética en el mundo de la medicina, pues la terapia genética se ha convertido en el área de investigación más esperanzadora y prometedora para conseguir prolongar y mejorar la calidad de vida de las personas (“El genoma humano”, NatGeo, España, 2017, p. 103). Todo lo cual seguramente activará la legislación sobre bioética con la finalidad de proteger el afán desmedido y sin escrúpulos de lucrar con productos generados en experimentos con seres humanos vivos.
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