Un tema recurrente son los homicidios, secuestros, ajustes de cuentas, feminicidios. Es habitual escuchar sobre la contaminación creciente, el calentamiento global y los riesgos latentes para la vida terrestre. Es común unir tales comentarios a la nula actividad preventiva y de control que realizan los gobiernos en los distintos ámbitos, y de la falta de atención, ausencia de estrategias eficaces y carencia de responsabilidad de las autoridades sobre estos temas.
Como dijo Thomas Hobbes (1588-1679), “El hombre es lobo del hombre”, haciendo referencia a los horrores de los que es capaz el hombre contra el hombre y la humanidad contra sí misma. En cuidar esto radica parte de la voluntad de un gobierno. Los aparatos de gobierno son creados y elegidos para el servicio del pueblo que los elige y para vigilar, administrar, cumplir y hacer cumplir las leyes de las naciones, aunque algunos actúan como una Monarquía que le hace favores al ciudadano.
Desde los dos ejemplos citados podemos recorrer un listado amplio de irregularidades en que ha incurrido el Estado moderno mexicano, desde Lázaro Cárdenas a la fecha, desde la dictadura disfrazada hasta la democracia dirigida. El caso es que el pueblo no ha podido crecer dentro del concepto de ciudadanía. La subordinación corre por el flujo sanguíneo, en el ADN generacional que se recicla, confundiendo la proclama con el argumento, la diatriba con el análisis, los gritos y descalificaciones con el diálogo.
El sistema navega en un mar de insuficiencias en aspectos como el culto a la personalidad, la cultura del reclamo firme y fundamentado, la falta de mecanismos honestos y expeditos que den seguimiento y satisfacción al sentir ciudadano, la falta de ética para reclamar con argumentos válidos, poco conocimiento de la realidad social, la acotación de los medios, la cultura ciudadana negligente, la sanción al funcionario que delinque…
La contaminación no sólo es en la naturaleza. También es social, ideológica, cultural. El crimen no sólo son los secuestros, homicidios y drogas, lo es también la omisión, la irresponsabilidad, la corrupción. El Estado no sólo es un grupo que dirige a su arbitrio los destinos de un país, es un representativo que responde al bien común de quienes lo eligieron, dentro de un entramado jurídico que emana de la Constitución Política y que permite asegurar los derechos fundamentales de los gobernados.
Por esto es que algunos pensadores cuestionan si el Estado cumple su función y su finalidad, y si éstas justifican su existencia. La teoría del Estado indaga las condiciones permanentes que presenta el fenómeno llamado “Estado”, en cuanto a la organización del poder y los agrupamientos políticos, e investiga la realidad de la vida que se propicia en su interior, en su territorio, sin que ambas perspectivas sean excluyentes.
El ciudadano común debe saber lo que es un Estado moderno y democrático, para participar y perfeccionar el uso del poder que de él emana, buscando trascender en su funcionamiento y finalidad. El Estado parte de principios legales y filosóficos e implica un ejercicio peculiar del poder.
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